No sé si la iluminación es lo mío en el dia de hoy, pero hay dos citas que siempre – en estas circunstancias – acuden a mi cabeza: La primera dice que el trabajo bien hecho consta de un 5% de inspiración y un 95% de transpiración; y la segunda que si acuden las musas, lo mejor es que te encuentren trabajando. Me pongo, pues, manos a la obra para recoger algunas reflexiones a las que le doy últimamente elevada prioridad dentro de mi imaginario.

  • La primera está en relación con la necesidad de mantener la cabeza fría en las circunstancias más arduas. Tengo que reconocer que es algo que requiere de un carácter especial y – quizá – un cierto entrenamiento. Y debo también admitir que es una cosa que cuesta y que no todos estamos en condiciones de poner en práctica. La respuesta inmediata y visceral frente a situaciones que rompan la estabilidad es una actitud hasta cierto punto comprensible y humana. Pero no es una réplica eficiente. A mi, personalmente, debo reconocer que me cuesta controlar. Pero iluminado y bien aconsejado, a base de notables esfuerzos y ocasionalmente, hasta lo consigo. Y estoy totalmente de acuerdo en que la sensatez es la actitud más deseable. Porque sublevarse airada y descontroladamente ante la adversidad no conduce a remediarla.
  • Estimo que la respuesta a los contratiempos requiere un frío análisis de la situación. Es imprescindible evaluar qué ha ocurrido, con qué contamos y a donde queremos ir. Todo ello desde la posición más objetiva posible, sin ceder a derrotismos ni conmiseraciones (a lo que puede conducir la autoflagelación es a depresiones y situaciones de angustia). La ponderación de todos estos factores podrá proporcionar un sólido punto de partida para reorientar la situación. No es fácil: Lo aseguro por experiencia propia y por lo que he podido constatar en personas muy próximas a mí, que han superado – y con nota – aciagas circunstancias. Merecen (y públicamente lo admito), mi admiración y reconocimiento.
  • En segundo lugar, es importante saber qué es lo que queremos. En un mundo en el que la interdependencia es cada vez mayor, y en el que – en muchas ocasiones – actuamos mucho más para satisfacer deseos y necesidades de los otros que las nuestras, tampoco es esta una asignatura sencilla. Estoy seguro – ayer hablaba del tema con una persona de mi entera confianza – de que este puede ser el origen de mucha de la infelicidad y frustración con la que hemos de lidiar cada día. Seamos egoistas. Sin perjudicar a nadie, pero vale la pena aquí pensar más en uno mismo que en lo que los otros quieran o esperen de nosotros.
  • Es necesario también saber hasta qué punto seremos capaces de influir en el círculo de circunstancias que puedan rodearnos. A veces, la situación depende únicamente de nosotros mismos, pero en un buen número de casos el control que podemos ejercer sobre nuestro entorno es escaso. No nos minusvaloremos – de todas formas – porque en un examen mas detallado podríamos llegar a la conclusión de que de forma directa o indirecta, nos podría ser posible hacerlo.
  • Y por fin, hemos de tener la suficiente fuerza interior para luchar por lo que realmente deseamos. A pecho descubierto. Sin dudas ni vacilaciones. Sin descanso ni reposo. Puedo asegurar a quien haya llegado hasta aquí que en esto si que tengo alguna experiencia. Y que, pese a algunos reveses y sinsabores, funciona, resulta.

Ya lo he reconocido en otras ocasiones pero, para quien pueda estar pasando por estas circunstancias (todos en un momento u otro han pasado por ahí), observar como personas de su íntimo círculo han superado situaciones durísimas constituye un estímulo y un ejemplo. En mi caso lo reconozco, y los ejemplos que he visto me estimulan y espolean. Y más, con el sentimiento de total apoyo que puede proporcionarte quien realmente tenga importancia para tí.

… y un último apunte antes de concluir: La aplicación de medidas correctivas para enderezar una determinada situación no resta – en absoluto – belleza ni corrección a nada ni a nadie. No perdamos nuestra sonrisa ni nuestra alegría por hacerlo, especialmente si es necesario para garantizar la salud personal o empresarial. Saldremos ganando. Y descubriremos que no pasa nada.